jueves, 10 de enero de 2013

¿Debemos guiarnos por los números?


¿RESISTE la numerología el examen de la ciencia y la razón? ¿Revelan las cifras nuestro destino? ¿Debe planearse el futuro sobre la base de conclusiones y predicciones numerológicas?

Un obstáculo que no logran vencer los numerólogos es la existencia de distintos calendarios en diversas culturas. Por ejemplo, ¿qué sucede si alguien vive en una región donde se usa un calendario diferente, como el chino? Tomemos como muestra la fecha indicada en nuestro primer artículo: 11 de septiembre de 2001. En el calendario chino corresponde al día 24 del mes séptimo del año 18 del ciclo 78; en el juliano, al 29 de agosto de 2001; en el musulmán, al 22 de yumada segundo de 1422, y en el hebreo, al 23 de Elul de 5761. ¿Cómo va a tener importancia numérica una fecha que adopta formas tan diferentes? Otro factor a considerar es que cada idioma suele escribir los nombres de una manera particular. Así, el valor numerológico de las letras del nombre inglés John es 2, mientras que el de su correspondencia en español, Juan, es 1.

Una cosa es admitir que muchos aspectos del cosmos se explican con fórmulas matemáticas, verificables y demostrables, y otra muy distinta afirmar que se predestinó el nombre de cada persona para hacerlo coincidir con la fecha de nacimiento y ligarlo a ciertos números con el fin de determinar su destino.

La conclusión es evidente: creer que las interpretaciones numerológicas son exactas cuando en realidad se basan en factores tan variables como el calendario y el idioma, es llevar la credibilidad a los límites de lo absurdo.

La diversidad de calendarios es un grave obstáculo para la numerologia

GREGORIANO 11 de septiembre de 2001
              CHINO 24 del mes séptimo del año 18 del ciclo 78
          JULIANO 29 de agosto de 2001
    MUSULMÁN 22 de yumada segundo de 1422
           HEBREO 23 de Elul de 5761

"El tiempo y el suceso imprevisto"

Hay quienes se interesan en la numerología porque desean que su vida sea predecible. Sin embargo, la Biblia deja claro que el hombre no puede prever los detalles de su futuro. Dice que "los veloces no tienen la carrera, ni los poderosos la batalla, ni tienen los sabios tampoco el alimento, ni tienen los entendidos tampoco las riquezas, ni aun los que tienen conocimiento tienen el favor; porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos" (Eclesiastés 9:11). En efecto, muchos sucesos ocurren inesperadamente. Tales casualidades frustran cualquier intento de pronosticar lo que ocurrirá valiéndose de la fecha de nacimiento o de los valores numéricos de un nombre.

Veamos otro ejemplo: en una exhortación a la generosidad, la Biblia dice: "Envía tu pan sobre la superficie de las aguas, pues con el transcurso de muchos días lo hallarás otra vez. Da una porción a siete, o aun a ocho, pues no sabes qué calamidad ocurrirá en la tierra" (Eclesiastés 11: 1, 2). Salvo contadas excepciones, no tenemos conocimiento previo de las calamidades; de hecho, no podemos tenerlo. De ahí que el profesor Underwood Dudley, especialista en matemáticas, afirme que los numerólogos "no dan suficiente importancia al azar, y lo cierto es que se producen de forma casual acontecimientos sorprendentes".

Pero ¿no aciertan los numerólogos a veces en sus predicciones? ¿A qué obedece este hecho? En algunos casos tal vez sea por pura coincidencia y en otros, porque se emplea un lenguaje ambiguo aplicable a varios sucesos. Con todo, conviene plantearse una posibilidad más peligrosa.

¿Son fiables los horóscopos?

"A veces es usted sociable, y a veces, reservado. No considera prudente revelar a los desconocidos demasiados detalles sobre su persona. Es de espíritu independiente, de modo que no acepta crédulamente lo que le dicen, sino que exige pruebas. Le gusta que la vida sea variada, y le incomoda verse coartado por las reglas. Posee un gran potencial que no ha aprovechado a plenitud, y tiende a ser muy crítico con su actuación y su capacidad".

¿Se ve usted descrito en este cuadro? Si es así, tal vez esté dando a estas frases más importancia de la que merecen. A fin de cuentas, coinciden con la mayoría de la gente. Por ello, muchos tienden a aceptar las declaraciones que les parecen exactas y a pasar por alto las que no lo son. Según el libro Why Do Buses Come in Threes-The Hidden Mathematics of Everyday Life (Por qué los autobuses vienen de tres en tres: las matemáticas ocultas de la vida cotidiana), "los investigadores han descubierto que si se eliminan del horóscopo los signos astrológicos, el lector no es capaz de identificar qué párrafo corresponde a su propio signo; en cambio, si aparecen indicados, creerá que la información correspondiente al suyo es la más exacta".

¿Un arte adivinatoria?

Aunque la Biblia no mencione el término numerología, refiere lo que hizo Hamán (Amán) el amalequita cuando conspiró para exterminar a los judíos de Persia del siglo V a.E.C.: "Se echaron suertes en presencia de Amán para fijar el día y el mes en que convenía llevar a cabo su plan, y salió el día trece del mes doce, o sea el mes de Adar" (Ester 3:7, Versión Popular).

En la antigüedad echar suertes era un modo legítimo de zanjar disputas (Proverbios 18:18). El método de echar suertes consistía en poner objetos pequeños (como guijarros o trocitos de madera) en los pliegues de la ropa o en un recipiente, agitarlos o sacar uno para saber quién era elegido. Pero Hamán utilizó este método para la adivinación, práctica que la Biblia condena. Deutoronomio 18:10-12 dice que Dios detesta a quien "emplee adivinación", sea "practicante de magia" o "hechicero", "busque agüeros", "ate a otros con maleficios" o "consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos", y que todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová".

La Biblia relaciona la adivinación y la magia con el espiritismo. Los espíritus malignos pueden manipular algunos sucesos para lograr sus fines. Sea que lo hagan en determinado caso o no, hay algo seguro: Dios condena el espiritismo, el cual expone a sus practicantes a quedar bajo el control de tales criaturas perversas (1 Samuel 15:23; Efesios 6:12).

La numerología carece de base científica, no resiste el examen a la luz de la razón y, lo que es más importante, está en pugna con las enseñanzas bíblicas, pues es un arte adivinatoria. De modo que no puede considerarse un medio provechoso para orientar nuestra vida o planificar nuestro futuro.

Los números simbólicos en la Biblia


En la Biblia se emplean ciertos números con sentido simbólico, pero solo dentro del contexto de los pasajes donde aparecen. Así, el 4 denota totalidad o universalidad, como en las expresiones "las cuatro extremidades de la tierra" y "los cuatro vientos de los cielos" (Isaías 11:12; Daniel 8:8). A veces, el 6 representa la imperfección. Por ejemplo, el libro de Apocalipsis, o Revelación, asigna a la organización política terrestre de Satanás un "número de hombre": 666 (Revelación 13:18). En este caso, el 6 aparece en los tres órdenes (unidades, decenas y centenas), lo que subraya la imperfección de esa organización bestial. Y cuando el 7 se usa figurativamente, alude a la plenitud (Levítico 4:6; Hebreos 9:24-26). El significado de estos y otros números simbólicos utilizados en las Escrituras proviene del contexto profético en el que se mencionan.

Aunque la Biblia concede cierta importancia a algunas cifras, no nos invita a relacionar las letras de determinadas palabras con números para tratar de descubrir verdades místicas.

Fuente: Watchtower

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